Friedrich Nietzsche escribió, entre 1879 y 1881, su libro “Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios morales”, en el que describe a Javier Milei con una notable precisión, cuando habla de la crueldad. Dice: “La crueldad refinada como virtud. He aquí una inclinación moral totalmente basada en la tendencia a lo distinguido, que no debe inspirarnos demasiada confianza. ¿De qué inclinación se trata? ¿Qué segunda intención la rige? Consiste en tender a que el hecho de contemplarnos haga daño al prójimo, que despierte su espíritu de envidia, así como un sentimiento de impotencia y de inferioridad; en hacer que experimente lo amargo de su destino, poniéndole en la lengua una gota de ‘nuestra’ miel, a la vez que les miramos de los pies a la cabeza con aire de superioridad”. “Ya le tenemos humillado, hasta el punto de que resulta perfecto en su humildad. Ahora buscad aquéllos a quienes iba a atormentar, desde mucho tiempo atrás, a causa de su humildad, y pronto daréis con ellos. Aquél se muestra compasivo con los animales, y se le admira por ello, mientras que, de este modo, hace a determinadas personas objeto de su crueldad”. El presidente Milei somete, no dialoga; impone, no negocia; destruye, no construye; ridiculiza y criminaliza al adversario, incapaz de sostener una posición sobre la base de argumentos y verdades.
Javier Ernesto Guardia Bosñak
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